Los enólogos y viticultores trabajan unidos observando el suelo y las estrellas, para obtener la mejor fruta posible. Juntos también han descubierto nuevas áreas de cultivo, escalando alto en las montañas de los Andes, buscando frescura en la Cordillera de la Costa e incluso en las regiones más extremas del norte y sur del país. El objetivo es solo uno: dar a nuestros vinos un sello de origen único.